Serie : Los Milagros «Jesús calma la tempestad»

La colección de lecciones bíblicas para maestros en español está dividida en 12 Series, cada cual con doce o más lecciones. Aproximadamente 180 temas son tratados en estas guías para enseñar la Biblia.
Los hermanos que han producido este material han servido como misioneros en Chile, América del Sur. Parte de sus actividades evangelísticas incluían la enseñanza de las Escrituras a niños y jóvenes.
Se usa el franelógrafo y otros recursos para hacer que las historias bíblicas sean interesantes, entendibles, y aplicables a los niños. Don Guillermo McBride y su mujer Señora Doris McBride, ambos ya en la presencia del Señor, prepararon lecciones en español para ser usadas por los maestros en los años 60. Durante años, las lecciones han sido revisadas y expandidas.
Ahora por la maravilla del Internet, usted tiene la oportunidad de acceder al resultado de sus esfuerzos.
Halle usted provecho en las guías , también  una herramienta valiosa para alcanzar a los niños y jóvenes de hoy para la gloria de Cristo.

 

 

Primeramente, desarrollaremos Serie 6: Los Milagros.

Jesús calma la tempestad

 

 

 

 

 

Estudio de parte del maestro: Mateo 8.23 al 27, Marcos 4.35 al 41, Lucas 8.22 al 25;
Lectura con la clase: Marcos 4.35 al 41   
Texto para aprender de memoria— los menores: Marcos 4.39, Reprendió el viento, y dijo al mar, Calla, enmudece;
los mayores: Marcos 4.39

 

 

 

Introducción

Para la lección de hoy nos hemos trasladado al mar de Galilea, un lago de unos 21 kilómetros de largo por 11 kilómetros en su parte más ancha. Ce­rros lo rodean; por la orilla poniente son de subida fácil, donde la hierba crece en la falda, pero por la orilla oriente suben desnudos y escarpados hasta grandes alturas. Los vientos que con frecuencia soplan ferozmente por los desfiladeros hasta el mar, azotando sus aguas con furia.

 

Una gran tempestad

Como indican los primeros versículos del capítulo, Jesús había pasado todo el día junto al mar enseñando a las multitudes por medio de parábolas, tales como la del sembrador, la del grano de mostaza, y muchas otras (v. 33). Por fin, aproximándose la puesta del sol, el Señor dijo a sus discípulos que deseaba ir al otro lado del lago, de modo que ellos, despidiendo a la multitud, subieron con Él en el barco. Muy cansado con el trabajo del día, Jesús pasó atrás y reclinándose en un cabezal, luego se quedó dormido. No sabemos por cuánto tiempo anduvieron bien, pero de repente sintieron los agudos silbidos del viento, precursores a una terrible ventolera. Las aguas que al iniciar el viaje habían estado tran­quilas son levantadas por todos lados de manera que el barco ya está en la cresta de las olas, ya en la hondura entre ellas.

 

Como el viento va en aumento, cobrando nuevas fuerzas de momento en momento, comienza a llenar el barco de agua, y los corazones de los discípulos de terror. Nos imaginamos ver la escena, cómo hacen esfuerzos sobrehumanos por mantener el barco a flote, echando el agua para afuera con baldes, aun cuando apenas pueden sujetarse. Algunos son pescadores; durante largos años han arriesgado sus vidas en el lago, pero jamás tuvieron que hacer frente a un ataque de los elementos que pareciera tan diabólico.

 

Un gran Salvador

Durante todo esto, Jesús duerme tranquilamente en la popa del barco. Seguramente los discípulos, al mirar hacia Él, piensan dentro de si: “¿Qué clase de hombre es éste que puede dormir un sueño tan profundo?” Deses­perados, van tropezando hasta llegar donde Él, y despertándole rudamen­te, le dicen: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” Estas palabras pueden haber herido al corazón de tan amante Salvador, pero no les reprocha, sino que levantándose, reprende al viento y dice al mar: “Calla, enmudece”.

 

Si sus discípulos se maravillaban antes, viendo la aparente indiferencia de su Señor, cuánto más ahora, pues ante su palabra el viento se retira, y las aguas se aquietan de inmediato. Ahora, Jesús se vuelve hacia ellos para decirles: “¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?” y ellos, temiendo grandemente, dicen uno al otro, “¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?”

 

Aplicación

Aquel día que Jesús dedicó a enseñar a las multitudes representa el tiempo presente, “día de salvación y el tiempo aceptable” cuando la Palabra de Dios está siendo predicada a todos para que sean salvos. La mayor parte de este maravilloso día ya ha transcurrido, pronto caerán las sombras de la noche. Al igual que los discípulos en el barco, los cre­yentes van viajando hacia “el otro lado”, acompañados por Jesús. A veces fuertes vientos se levantan, vientos de enfermedad, de tentaciones, de persecución, pero Jesús es el Piloto competente y cariñoso, quien no permitirá que ninguno de los suyos perezca. En el libro de Job, hablando de su poder como Creador, y en relación con el mar, dice: “Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante, y ahí parará el orgullo de tus olas”, Job 38:11. En los Salmos David escribió acerca de Él: “Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas”, Salmo 89:9.

 

¡Cuán preciosas son las promesas que el Señor hace a aque­llos que lo aceptan por la fe! Dice en el Evangelio según Juan, en el capítulo 5, versículo 24: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi pa­labra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condena­ción, mas ha pasado de muerte a vida”, y en el capítulo 10, versículo 28: “Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano”.

 

Nos dicen los evangelistas que también había otros barcos en el lago aquella noche. Sin tener a Jesús a bordo, ¿quién sabe qué les pasó? Reflexionemos; si no reciben a Jesús como a su Salvador personal, si Él no viene a vivir en sus corazones, ¿cómo van a llegar al puerto celestial? Hasta allá no llegarán, sino que morirán en sus pecados, y perecerán para siempre en aquel terrible lugar, que se llama el lago de fuego.

 

Preguntas

  1. Describan el mar de Galilea y la tierra de alrededor.
  2. ¿En qué estuvo ocupado Jesús durante el día?
  3. Al subir a bordo, ¿qué hizo Él?
  4. Cuenten lo que pasó.
  5. Qué seguridad tienen los pecadores que confían en Jesús? Citen por lo menos un texto que hable sobre esta seguridad

 

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Figuras para clase con niños

 

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