Serie : Los Milagros “El siervo del centurión”

La colección de lecciones bíblicas para maestros en español está dividida en 12 Series, cada cual con doce o más lecciones. Aproximadamente 180 temas son tratados en estas guías para enseñar la Biblia.
Los hermanos que han producido este material han servido como misioneros en Chile, América del Sur. Parte de sus actividades evangelísticas incluían la enseñanza de las Escrituras a niños y jóvenes.
Se usa el franelógrafo y otros recursos para hacer que las historias bíblicas sean interesantes, entendibles, y aplicables a los niños. Don Guillermo McBride y su mujer Señora Doris McBride, ambos ya en la presencia del Señor, prepararon lecciones en español para ser usadas por los maestros en los años 60. Durante años, las lecciones han sido revisadas y expandidas.
Ahora por la maravilla del Internet, usted tiene la oportunidad de acceder al resultado de sus esfuerzos.
Halle usted provecho en las guías , también  una herramienta valiosa para alcanzar a los niños y jóvenes de hoy para la gloria de Cristo.

 

Primeramente, desarrollaremos Serie 6: Milagros

El siervo del centurión

 

 

 

 

 

Estudio de parte del maestro: Lucas 7.1 al 10, Mateo 8.5 al 13;
Lectura con la clase: Lucas 7.1 al 10     
Texto para aprender de memoria— los menores: Romanos 10.17;

 

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios
los mayores: Romanos 10.16,17

 

¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios

 

 

Introducción

En la ciudad de Capernaum vivía un centurión, es decir, un militar encargado de cien soldados. Por lo general, los soldados romanos no eran muy populares, puesto que eran un recuerdo continuo a los judíos que ellos estaban bajo el dominio del Imperio Romano. Pero este centu­rión era distinto, pues tanto quería a la nación de Israel y su religión, que les edificó una sinagoga. Como consecuencia, los judíos lo respeta­ban muchísimo, y entre ellos él tenía un buen número de amigos.

 

 

El siervo se enferma

Era la costumbre de los centuriones tener siervos quienes en realidad eran esclavos obtenidos en los países conquistados. Generalmente, los amos les trataban con crueldad como si fueran animales, y poco les im­portaba la muerte de ellos, ya que por muy poco dinero podían comprar otro. No obstante, este centurión de Capernaum trataba a sus esclavos con cariño, y especialmente a uno de ellos lo quería mucho. Un día éste cayó enfermo, y de día en día su amo veía que su enfermedad se agrava­ba más. De nada le valían los esfuerzos de los médicos, y por fin el po­bre esclavo llegó a punto de morir.
Precisamente en esos momentos de angustia volvió Jesús a Capernaum, y la noticia de su llegada fue llevada a oídos del centurión. Inmediatamente éste dijo dentro de sí: “Si fuera posible que este gran hacedor de milagros viniera hasta acá, seguramente podría sanar a mi siervo. Pero … yo soy romano, y los judíos aborre­cen a mis compatriotas. Este Jesús es un gran profeta; yo no soy digno de que me favorezca con una visita, ni merezco que me haga este favor. No me conoce, y sin duda está muy ocupado entre los de su propia nación. ¿Quién soy yo para pedirle esto? … pero, ¿qué haré, pues mi siervo se muere y no hay quien lo sane?” Por fin idea un plan. Entre sus amigos judíos, hay varios ancianos de una sinagoga, así que va donde ellos y les pide que vayan a Jesús a rogarle este favor.

 

 

El siervo es sanado

De buena voluntad, éstos consienten en ir a Jesús, y al encontrarlo, le ruegan diciendo: “Este centurión es digno, porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga”, a lo que Jesús les responde, “Yo iré y le sanaré”. Mientras caminan hacia la casa, debemos echar una mirada al centurión, quien está meditando en lo que ha hecho.
Siendo hombre humilde, razona como sigue: “Realmente no debiera haberle molestado, porque no es necesario que venga hasta acá. Cuando yo quiero que alguna cosa se haga, mando a un siervo, y él obedece a mi palabra. Jesús es mucho más poderoso que yo, y seguramente por su palabra Él puede sanar a mi siervo”. Meditando en esto, hace venir a unos amigos, con los que envía este mensaje a Jesús. Para el Señor son muy gratas las palabras del militar, pues parándose en el camino, dice a la gente que le sigue: “Os digo que ni aun en Israel (entre su propio pueblo) he hallado tanta fe”. En ese mismo momento, fue sanado el siervo.

 

 

Aplicación

Lo que se destaca en esta lección es la confianza que tuvo el centurión en la palabra de Jesús, aun cuando Él no estaba personalmente presente. Lo mismo sucede hoy, pues aunque Jesús no está aquí, sino en la pre­sencia de su Padre, su Palabra está con nosotros y por ella el pecador puede ser salvo. Ella nos explica de su muerte a nuestro favor, nos exhorta a que recibamos el perdón que Él nos dará, y nos asegura de la salvación eterna que todo creyente gozará con Dios.

 

 

Preguntas

  1. ¿Qué ocupación tenía el centurión?
  2. ¿Cómo se distinguía de la mayoría de los romanos que vivían entre los judíos?
  3. ¿Qué favor quiso que el Señor le hiciera? ¿por medio de quien se lo pidió?
  4. ¿De qué manera sanó Jesús al siervo?
  5. Aunque Jesús no está en la tierra ahora, ¿por medio de qué cosa hace llegar la salvación a los pecadores?

 

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Figuras para clase con niños

 

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