¿Dónde se encuentra el contentamiento?

 

 

Vamos a ver si sabes la respuesta. Te daré unas pistas y a ver qué haces con ellas. ¿Listo? Bien.
 La primera pista es: no se encuentra en la incredulidad. Pero hay quienes dicen que no creen porque quieren vivir felices. Voltaire fue un filósofo ateo de los más duros y renegados. Al final él escribió: “Deseo nunca haber nacido”. ¡Menudo contentamiento!
 La segunda pista es: no se encuentra en los placeres. El “playboy” (juergista) inglés, Lord Byron, vivió una vida de desenfreno, de muchos placeres, más que otras personas. ¿Qué es lo que consiguió con todo ello? Él escribió: “Sólo me pertenecen el gusano, el cáncer y la tristeza.” ¿Qué te parece?
 La tercera pista: no se encuentra en el dinero. Jay Gould, el millonario norteamericano, lo tenía en abundancia. Pero muriendo, dijo: “Supongo que soy el hombre más miserable de toda la tierra”. ¿Captas la idea? Muchos en estas fechas NO la captan, aparentemente, porque juegan la lotería y esperan ganarla y ser felices. Otros dan su vida a la acumulación del dinero y los bienes materiales, pero al final todo lo dejarán.
 La cuarta pista: no se encuentra en grandes puestos y fama. Lord Beaconsfield disfrutó de grandes cantidades de ambas cosas, pero luego escribió: “La juventud es un error; el hecho de ser hombre es una lucha; la vejez un remordimiento”. Su fama fue efímera; vanidad, no le sostuvo al final.
 La quinta: no se encuentra en la gloria militar. Alejandro Magno el ilustre general y conquistador macedonio, conquistó todo el mundo conocido en aquel entonces. Habiendo acabado lo dicho, lloró en su tienda y dijo: “No hay más mundos para conquistar”. Cuando moría insistió en que le enterrasen con las manos abiertas para que todos viesen y supiesen que el hombre más grande del mundo se fue con las manos vacías.
 ¿Dónde, pues, se encuentra el contentamiento? La respuesta es muy sencilla: solamente en Jesucristo.

 

Él dijo: “Os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo” (S. Juan 16:22).
El ser humano está hecho para conocer a Dios, glorificarle y disfrutar la comunión con Él. Con un diseño tan noble, tan sublime, ¿cómo le va a satisfacer algo de este mundo? ¡Imposible! ¡Deja de buscar el contentamiento en las cosas de esta vida, y acércate al Señor y Salvador Jesucristo! En Él hay vida abundante.

 

Adaptado de La Estrella de Esperanza, Vol. 25, Nº12

 

 

Show Buttons
Hide Buttons