¿Construcción o destrucción?
Zacarías 1: 18-21.
En esta visión que le fue dada a Zacarías observamos dos fuerzas que bien podríamos denominar como «destrucción» y «construcción». Se presentan en ese orden y la primera fuerza se caracteriza por destruir y la otra por construir. Sería muy conveniente preguntarnos: «¿Cuál de estas fuerzas nos caracteriza?» Ciertamente, tenemos la capacidad de hacer ambas cosas, destruir y construir, por lo tanto, deberíamos ejercitar nuestros corazones para saber si nuestra vida práctica se caracteriza por el deseo de colaborar para la edificación de los santos o si somos propensos a derribar todo lo que ellos hacen al servicio de Dios. ¿Colaboramos en la edificación de los santos en nuestra asamblea local o somos de aquellos que los desaniman y dispersan? Es fundamental que todos nos hagamos estas preguntas. En los pasajes que nos hemos propuesto considerar hallaremos la luz bíblica necesaria en cuanto a este tema.
El escenario en el cual se desarrolla la visión de Zacarías está descrito en el libro de Esdras. Los cuatro cuernos mencionados representan a los cuatro enemigos que sometieron al pueblo de Dios, quienes con su tremendo poder los redujeron a servidumbre. En el tiempo de la visión sólo dos se habían levantado, Babilonia y Persia, pero parecería que todo el dominio gentil estaba involucrado en estos hechos.
Todos estos imperios ya habían sido representados simbólicamente en el primer capítulo de Zacarías por medio de la figura de los caballos. Estos animales representan el poder del mundo. Los cuernos, en cambio, simbolizan el poder destructivo utilizado específicamente contra el pueblo de Dios. Podemos afirmar que los cuatro carpinteros que hallamos a continuación caracterizan a Hageo, Zacarías, Zorobabel y Jesúa, cuyos nombres aparecen mencionados en Esdras 5: 1-2. Es interesante observar que estos hombres compartían la preocupación en cuanto a la construcción del templo.
Podemos verlos como «carpinteros», como constructores. Ellos se hallaban rodeados de enemigos que querían derribar lo que estaban construyendo, sin embargo, continuaron edificando. La visión de Zacarías también nos enseña el punto de vista divino en cuanto al asunto.
Un cuerno es algo bestial, totalmente falto de inteligencia, mientras que un carpintero es un hombre sabio que posee la habilidad de construir o de reparar. Además, es evidente, según lo que nos enseña la visión, que los carpinteros se oponían a la destrucción por medio de la construcción. La mejor forma de actuar contra el poder destructivo de los adversarios es seguir construyendo.
Notemos que el profeta dice: “Me mostró luego Jehová cuatro carpinteros” (vs.20), lo cual nos hace pensar que Dios deseaba que el profeta fijara su atención en estos cuatro personajes. Por otro lado, es de notar que las Escrituras no nos relatan que Dios le haya mostrado al profeta los cuatro cuernos, el versículo 18 nos dice que Zacarías simplemente levantó la vista y los vio. En cambio, Dios sí quiso mostrarle los cuatro carpinteros. Evidentemente, Dios deseaba de manera particular que el profeta observara a estos hombres. Por algún motivo especial Él mismo los había puesto en escena.
Tenemos ante nosotros una descripción de estas dos fuerzas antagónicas, por lo cual surge nuevamente una importante pregunta: ¿nos identificamos con los cuernos o con los carpinteros? Nuestra conducta en la iglesia local, ¿está comprometida con la destrucción o con la edificación de los que nos rodean? ¿Usamos nuestras capacidades para atraer personas a las reuniones o somos instrumentos utilizados para alejarlas? En estos días que nos tocan vivir deberíamos sentir la imperiosa necesidad de hacer estas reflexiones.
Salmo 74: 5-6
En el Salmo 74 leemos cómo se lamenta Asaf a causa de la destrucción del templo a manos de Nabucodonosor. Pero es llamativo que el salmista mencione a ciertos hombres que levantaban el hacha en medio del bosque (vs. 5). Seguramente, en el Líbano habían levantado sus hachas para derribar cedros y luego, con las mismas hachas y martillos, tallaron la madera para adornar el templo.
Observamos entonces que estas herramientas destructivas fueron empleadas de manera correcta, porque fueron utilizadas fuera de la casa a fin de conseguir la madera necesaria para la construcción. Recordemos que los constructores no podían utilizar ninguna herramienta dentro de la casa mientras la construían (1ª Reyes 6:7).
De igual manera, en nuestros días hay hombres que por medio del evangelio «cortan» hombres que ostentan un lugar «elevado» en el mundo, obteniendo así el material necesario para la edificación de la casa de Dios. Pero a continuación, Asaf nos relata que las hachas y los martillos fueron utilizados dentro del templo —donde no se podía— para destruir todos los hermosos adornos que habían construido hábilmente otras personas.
Hermanos, es mucho más fácil alejar a las personas que atraerlas. A veces debemos sufrir la triste experiencia de ver cómo ciertas personas trabajan activamente sembrando discordia en las asambleas. Las tristes consecuencias son inevitables: hay personas que se alejan. ¡Qué bendición sería para la asamblea si en vez de hacer estas cosas ellos trabajaran mucho más a favor de la conversión de los pecadores, ayudándolos a ser parte de los adornos de la casa de Dios! Hermanos, ¿se comenta que ahuyentamos a las personas en lugar de trabajar arduamente para atraerlas? ¿Destruimos o construimos? ¿Cuál es la verdad?
Marcos 6: 3
Este versículo nos enseña que mientras el Señor estuvo en la tierra tenía un oficio constructivo: era carpintero. ¡El Señor nunca hubiera elegido ser un cuerno destructivo! Para obrar constructivamente, como hemos señalado, deberíamos seguir el ejemplo del Señor. Hace algunos años, un hermano hablaba profundamente sobre este versículo, enseñando que un carpintero tiene la capacidad para realizar dos tareas: fabrica enseres nuevos y repara los rotos. Son las dos tareas que nuestro Señor llevaba a cabo permanentemente mientras estaba aquí en este mundo. Cualquiera puede ser un cuerno destructivo e insensible, no hay mérito en ello, pero sólo un hombre hábil y sabio puede ser un carpintero. ¡Oh, que haya más carpinteros y menos cuernos!
2ª Corintios 13: 10
Por último, en 2ª Corintios 13 el apóstol Pablo se refiere a la destrucción y a la edificación en relación con el ministerio que él llevaba a cabo: “Conforme a la autoridad que el Señor me ha dado para edificación, y no para destrucción” (vs. 10).
Indudablemente, el apóstol se refiere aquí al llamamiento y al poder de su apostolado; sin embargo, aunque en una medida menor, nosotros estamos en la misma posición. Pertenecemos a la Iglesia de Dios y tenemos una responsabilidad en nuestra congregación local. Pero, ¿realmente estamos realizando todos los esfuerzos posibles para edificar y no para destruir, para construir y no para derribar? Hermanos, debemos manifestar el carácter del carpintero y no el del cuerno. Busquemos ser instrumentos útiles para la edificación de los santos y, por qué no, para la recuperación de los que han sido alejados. Debemos dejar de lado todo aquello que pudiera desalentar y dispersar al pueblo de Dios.
Cada uno de nosotros tiene poder para edificar. Utilicemos este poder, por medio de la gracia de nuestro Señor, para edificar a nuestros hermanos, y muy especialmente a los de nuestra congregación local.