Serie : Los Milagros “El hombre de la mano seca»

La colección de lecciones bíblicas para maestros en español está dividida en 12 Series, cada cual con doce o más lecciones. Aproximadamente 180 temas son tratados en estas guías para enseñar la Biblia.
Los hermanos que han producido este material han servido como misioneros en Chile, América del Sur. Parte de sus actividades evangelísticas incluían la enseñanza de las Escrituras a niños y jóvenes.
Se usa el franelógrafo y otros recursos para hacer que las historias bíblicas sean interesantes, entendibles, y aplicables a los niños. Don Guillermo McBride y su mujer Señora Doris McBride, ambos ya en la presencia del Señor, prepararon lecciones en español para ser usadas por los maestros en los años 60. Durante años, las lecciones han sido revisadas y expandidas.
Ahora por la maravilla del Internet, usted tiene la oportunidad de acceder al resultado de sus esfuerzos.
Halle usted provecho en las guías , también  una herramienta valiosa para alcanzar a los niños y jóvenes de hoy para la gloria de Cristo.
 

Primeramente, desarrollaremos Serie 6: Milagros

El hombre de la mano seca

 

 

 

 

 

 

Estudio de parte del maestro: Lucas 6.6 al 11, Marcos 3.1 al 12;
Lectura con la clase: Lucas 6.6 al 11     Texto para aprender de memoria—los menores: Tito 3,5

 

Nos salvó, no por obras de justicia … sino por su misericordia

 

los mayores: Tito 3.5

 

 Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia

 

 

Introducción

Hasta aquí hemos tenido el privilegio de ir con el Señor Jesús a dife­rentes lugares, donde ha manifestado su simpatía para con los enfermos y también su poder para auxiliarles. Hoy le acompañaremos a una sina­goga de los judíos, es decir, un local donde ellos se congregan para es­tudiar las Escrituras y ofrecer culto a Dios.
Al entrar con Jesús, vemos que ya han llegado muchos, habiendo enten­dido que Él iba a estar presente. Todo el mundo sabe de los grandes mi­lagros, y por este motivo muchos fariseos y otros religiosos se han juntado. Los distintos mantos, algunos muy largos con flecos, nos llaman la atención, dándonos a entender que los presentes son muy devotos a la religión de Israel. Es el día sábado, día cuando ningún judío trabaja, pues la ley se lo prohíbe, y por lo tanto la sinagoga se llena muy luego.

 

La mano seca es sanada

Según su costumbre, el Señor Jesús elige una porción de la Palabra de Dios, y después de leerla, la explica con sencillez. Los ojos de todos los oyentes están fijos en Él, porque su mensaje es interesante y con poder. De repente Él deja de hablar, y mirando a un pobre hombre cuya mano derecha está seca, le dice: “Levántate, y ponte en medio”. “¿Qué será esto que Jesús piensa hacer?” nos preguntamos.
Echando una mirada hacia los fariseos, nos fijamos en que todos miran con suma atención al Señor. Nosotros vemos solamente las caras, pero aparentemente Jesús ha visto algo en sus corazones, porque con el hom­bre parado en medio, les pregunta: “¿Es licito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla?” Como si no tuvieran oídos, todos permanecen en silencio ante la pregunta, de modo que Jesús no espera más, sino que se dirige al hombre y le dice: “Extiende tu mano”. Este la extiende inmediatamente, y en el acto la mano es restaurada igual como la otra. ¡Qué alegría siente el hombre al verse sanado por la palabra de Jesús! “Ahora soy como los demás hombres”, piensa él, “y podré trabajar y ganarme la vida”.

 

La enemistad de los fariseos

Sería de esperar que todos en la sinagoga estuvieran muy contentos también, pero mirando a los fariseos, vemos todo lo contrario, pues sus caras demuestran únicamente enemistad para con Jesús. Comienzan a conversar entre sí, y enojados en gran manera, salen de la sinagoga para idear lo que les conviene hacer con Jesús. Supongamos algo de lo que ellos conversarían. Uno que parece tener mucha influencia entre los demás dice: “Este Jesús no puede ser profeta de Jehová, porque no guarda el día sábado”. “Merece la muerte”, añade un compañero. “Va­mos, cojamos piedras y matémosle”, dice otro, “porque, ¿acaso no es este nuestro deber hacia aquellos que no guardan el santo sábado?” ¡Qué necios son estos fariseos! nada les importa el gran milagro, ni la feli­cidad del hombre sanado. Jesús, entendiendo las malas intenciones de ellos, sale de la sinagoga y se va a la mar, seguido por grandes multi­tudes de enfermos y necesitados, a quienes Él sana y bendice.

 

Aplicación

Los fariseos se fijaban únicamente en la letra de la ley, sin darse cuenta de que el propósito de ella era el amor hacia Dios y los hombres. A pesar de toda su religiosidad, no aceptaron al Salvador divino, sino que quisieron matarlo.
Es digno de notarse que en el caso de aquel que fue sanado, fue la mano derecha la que estaba seca. Por regla general, es esa la mano que ocupamos con más frecuencia en nuestro trabajo. Así como aquel pobre hombre estaba incapacitado para trabajar, el pecador se halla imposibi­litado para ganar la salvación por medio de sus obras. Sin embargo; por medio de su palabra Jesús restableció la mano seca del hombre, trans­formándola en una mano útil. Este hecho demuestra que Él tiene poder para hacer de nosotros criaturas nuevas y útiles para Dios, con tal que confiemos en Él.

 

 

Preguntas

  1. ¿Cómo se llamaba el lugar donde Jesús fue a predicar?
  2. ¿Qué deformidad tenía el hombre a quien Jesús sanó?
  3. ¿En qué día hizo el Señor este milagro? ¿por qué se enojaron los fariseos?
  4. ¿Qué quisieron hacer éstos a Jesús?
  5. ¿Qué es lo que podemos aprender por la condición de aquel enfermo?

 

 

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Figuras para clase con niños

 

 

 

Otra opción

 

 

 

 

 

 

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