Lot

 

 

 

LA ELECCIÓN DE LOT, UNA PALABRA
SOBRE LAS VENTAJAS DEL PRESENTE
Génesis 13 y 19

 

        Hay mucha instrucción beneficiosa al trazar, en contraste, los caracteres de Abraham y Lot. Ambos son santos de Dios, aún así, ¡cuán diferentes en su andar! ¡Cuán diferentes sus experiencias personales en relación a la paz, gozo, y cercanía a Dios! Y siempre hay diferencia entre un creyente que tiene su mente en las cosas terrenales y otro, por la gracia de Dios, sincero de corazón, en las cosas celestiales. En el sentido escritural del término (2ª Pedro 2:8), Lot «fue un hombre justo que afligía su alma día tras día». Abraham andaba ante Dios.
        El Señor no puede sino ser fiel hacia Su pueblo, aún así Él marca en su camino lo que es de fe y lo que no proviene de ésta, y las pruebas de Lot son la consecuencia de su incredulidad. No hay cosa más marcada en su curso a través de todo, la gran incertidumbre y oscuridad en cuanto a su camino, y en cuanto al juicio de Dios, ya que no realizaba esa seguridad en Dios que lo habría capacitado para andar rectamente, mientras no hay duda en las cosas conectadas con este mundo. Y es así con nosotros mismos si no hemos tomado a Cristo como nuestra porción sinceramente. La de Abraham fue una vida feliz él tuvo a Dios como su porción.
        Lot es más bien visto como el compañero en el andar de fe de quienes tienen fe, más que uno teniendo y actuando en la energía de fe propia. Esto caracteriza su camino desde el comienzo. Por tanto, cuando es puesto a la prueba, hay sólo debilidad. ¡En cuantas cosas actuamos con aquellos que tienen fe, antes de tener ésta para nosotros mismos! Fue así también con los discípulos del Señor, y el momento que ellos son puestos a prueba encontramos debilidad y fracaso. El alma no permanecerá, no resistirá, cuando sea cribada, zarandeada a través de la tentación, si anda en la luz de otro.
        El llamado personal de Dios a Abraham al principio está mezclado con una forma de incredulidad en Abraham, como la respuesta en el evangelio, «Señor, déjame ir a casa para sepultar a mi padre»; él se pone en movimiento, pero toma a Taré (que según algunos significa «retraso») o más bien Taré lo toma a él, y habitan en Harán (él no podía llevar con él a Taré dentro de la tierra de Canaán).
Dios había llamado a Abraham, pero no a Taré; él dejó todo excepto a Taré, y no entró en posesión de nada; él trató de llevar algo consigo que no era de Dios, y no podía. No es hasta la muerte de Taré que él parte a Canaán, donde Dios lo había llamado.
        Lot (aunque teniendo fe) anda en el camino como el compañero de Abraham. En cuanto a su posición actual, él está con Abraham; él es verdaderamente un santo de Dios, aunque después lo encontramos recorriendo el torcido camino de la política del mundo.
        Dios los bendice. La tierra no es capaz para que ambos vivan juntos. Ellos tienen rebaños, pastores, y mucho ganado, y no hay lugar para ambos_ ellos deben separarse. Las circunstancias, no importa que, (aquí son las bendiciones de Dios), revelan esto.
        Ellos están en el lugar de extranjeros, eso es claro («el Cananeo y el Ferezeo moraban en la tierra»). Ellos no tienen nada en posesión, «ni siquiera para poner un pie»; todo descansa sobre el valor de las promesas (Hebreos 11:9).
Ellos tienen dos cosas justas, el altar y la tienda. Viajando (o recorriendo la tierra de la promesa por fe) y adorando a Dios, son extranjeros y peregrinos sobre la tierra. Abraham confiesa que es tal; declara abiertamente que busca un país, «por tanto», se nos dice, «Dios no se avergüenza de ser llamado su Dios» (Él nunca es llamado el Dios de Lot). Esto actúa sobre el espíritu y carácter de Abraham.
        La tierra no es capaz de permitirles habitar juntos, hay disputas entre los pastores de ambos, ellos deben separarse. Abraham dice, «¿No está toda la tierra ante ti?  toma lo que tú quieras, pero no haya disputa entre nosotros. Si tú vas a la derecha, yo iré a la izquierda, o si a la izquierda, yo iré a la derecha»_ la promesa es mi porción; yo soy un extranjero, la ciudad de Dios está abierta ante mí. Su corazón está sobre las promesas de Dios, y todo lo demás no es nada en comparación con esto.
Podría parecer una necia cosa permitir a Lot elegir primero_ entregar a Lot elegir primero lo que es ciertamente su propio derecho; pero su corazón está en otra parte, su fe se aparta libremente de las ventajas terrenales.
        No así Lot; él levantó sus ojos a la planicie del Jordán bien regada, como el jardín del Señor, y escogió ésta como su porción. No hay nada grosero o equivocado en sí mismo en escoger la bien regada planicie, pero esto prueba que su corazón no está puesto en las promesas de Dios. De esta forma él es puesto a prueba; y de este modo, en la forma del cumplimiento de los propósitos de Dios, el carácter es manifestado.
La conducta de Abraham tiene por fuente una simplicidad de fe que abarca las promesas de Dios (Hebreos 11:13), y no necesita nada más. La fe puede abandonar, renunciar a las ventajas terrenales.
El espíritu y mente carnal toma todo lo que puede. Lot actúa sobre el presente sentido de lo que es agradable y deseable; ¿Por qué no habría de hacerlo? ¿Qué daño o mal hay en la planicie del Jordán? Su corazón no está en las promesas.
        El compañero de Abraham, es llevado al nivel de su propia fe.
        Pero él vivirá en las ciudades de la planicie si escoge los ríos de la planicie. Ésta no es su intención, ir dentro de la ciudad, pero irá hasta allí paso a paso (él debe encontrar la turbación en el lugar que ha encontrado placentero).
Allí no está el poder de la fe para guardarlo de la tentación. Donde no hay fe para que guarde al alma sobre las promesas, no hay fe para mantener el pecado fuera. Esto no es falta de sinceridad, pero las almas de las personas están en esa condición, y Dios las prueba.
        El camino de Abraham, a través de todo, él se caracteriza por una intimidad personal con Dios, constante comunicación con Dios, visitas por parte de Él, cuando le explica Sus propósitos, de manera que él es llamado «amigo de Dios» (2 Crónicas 20:7; Isaías 41:8; Santiago 2:23); y esto no sólo en cuanto a su porción, sino también en cuanto a lo que Él va a hacer con Sodoma, aunque Abraham no tiene nada que hacer personalmente con ésta. Ahora Dios dice a Su pueblo lo que va a hacer con el mundo.
Aunque su esperanza está conectada con sus propias vistas, con las promesas, y la Canaán celestial, Él los toma a ellos dentro de Su confianza y les dice lo que va a ocurrir donde ellos no están.
        Mientras tanto Lot está afligiendo su alma justa_ ¿Sabe él algo de los propósitos de Dios? Ni una sola palabra, él es salvado, pero como por fuego; aunque una «alma justa», su alma está afligida en lugar de estar en comunión con Dios_ «día tras día»; él está allí, ante el juicio viene con su alma afligida, mientras Abraham feliz está sobre el monte conversando con Dios; y cuando el juicio llega, ¿Cómo encuentra a Lot? Con su alma afligida, y totalmente no preparado para esto, en lugar de estar en comunión con Dios acerca de éste.
        «El Señor sabe como librar al justo de la tentación» y libertó al «justo Lot». Pero mientras él vejaba su justa alma al ver los impíos hechos que se hacían en Sodoma, los hombres de la ciudad tienen derecho a decirle, «¿Qué oficio tienes tú aquí? Éste vino a morar aquí, y ahora quiere convertirse en juez» (v.9).
Ellos tienen perfecto derecho a juzgar de este modo. Todo poder de testimonio ha sido perdido para Lot a causa de su asociación con el mundo, cuando él debiese haber estado testimoniando a su total separación de éste. Hay vejación de espíritu, pero no poder.
Cuando Abraham descendió a Egipto, él no tuvo nada que hacer sino volver justo al lugar donde había edificado su altar al comienzo. Lot testifica, pero no puede salir del lugar en el cual se encuentra; la energía que debía haberlo impulsado fuera es neutralizada y perdida a causa de que se encuentra morando allí; sus hijas se han casado allí; tiene lazos donde su incredulidad lo ha guiado. Es más difícil recorrer el camino montaña arriba, que descender de ésta.
        Dondequiera que los consejos de Dios son revelados a la fe, manifiesta el espíritu de intercesión. La palabra al profeta es, «engorda el corazón de este pueblo» y produce estas palabras, «¿Hasta cuando, oh Señor?» Aquí Abraham intercede ante Dios para que libre la ciudad. (Pero no hay allí diez_ no hay un justo en Sodoma excepto Lot).
En relación a su propia posición, él está mirando hacia abajo al lugar de juicio. Y en la mañana, cuando las ciudades estaban en llamas, él está en quietud y paz en el lugar donde «había estado con el Señor» (v.27), no el lugar donde el juicio ha caído, solemnizado realmente, por la escena ante él, sino calmo y feliz en el Señor.
El Señor saca a Lot de en medio de la destrucción. Ángeles le advierten, y la fe lo hace escuchar. Pero su corazón está allí aún. Hay conexiones que lo atan a Sodoma, y él desearía de buena gana llevarlas con él. Pero usted no puede tomar algo con usted para Dios fuera de Sodoma, sino que debe dejar todo atrás.
El Señor debe poner la pena donde usted encuentra placer. «Mientras él tardaba, se detenía», hay duda en el lugar de juicio, cuando el juicio ha sido pronunciado, él debe dejar esto de una vez; pero el lugar y camino, el espíritu de incredulidad, enervan el corazón «los varones tomaron su mano y la de su esposa y de sus dos hijas»_ el Señor es misericordioso hacia él «Y ellos los llevaron fuera de la ciudad».
Y les dice, «escapa por tu vida, no mires atrás, ni te quedes en la planicie, escapa a la montaña, para que no seas consumido» (v.17). En cuanto a los bienes, ovejas, ganado, debe dejar todo atrás.
Si la fidelidad de Dios es mostrada al salvar a Lot, es también, mostrada al romper los lazos que lo atan a ese lugar. Su pensamiento es todo distracción; él dice: «no así mi señor, no puedo escapar a la montaña, el mal me alcanzaría», él ha perdido el sentido de la seguridad en el camino de la fe.
Ésta es siempre la consecuencia del camino de incredulidad en un santo de Dios, él piensa que el camino de fe es el camino más peligroso en el mundo. Lot se ha acostumbrado a la planicie, y la montaña (el lugar donde Abraham gozaba perfecta seguridad y paz) es un peligro.
El Señor libra a Zoar a su petición, y le permite huir hasta allí, pero al ver el juicio, huye a la montaña, obligado a refugiarse allí al fin.
        Éste es un caso extremo; encontraremos que la misma cosa es verdadera en varios grados. Abraham podía dar (ese sacrificio siempre pertenece a la fe); pero hay pruebas para el creyente a causa de la incredulidad  porque él es un creyente, pero en un lugar equivocado. Lot fue «un hombre justo»; pero cuando no anduvo en el camino de la fe, tuvo vejación y aflicción de espíritu un alma justa, pero donde un alma justa no debía estar. Observe su incapacidad para seguir simplemente al Señor. Observe también su incertidumbre.
 Así será con nosotros, si andamos en el camino de la incredulidad, allí encontraremos turbación que no es nuestra porción, pero que viene sobre nosotros porque estamos en un lugar del mundo equivocado, y encontramos allí, la prueba que pertenece a la incredulidad_ el simple camino de fe habiendo sido abandonado, porque no hemos aprendido a contar todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús nuestro Señor.
       Renunciamiento es nuestra propia posición, simple sacrificio, con el actual conocimiento y conciencia de que «todo es nuestro». Pero la promesa es «cien veces más en esta vida», y no es aflicción de espíritu.

  J. N. Darby

 

 

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